Nos hacemos eco de un artículo interesante y aleccionador sobre la eficacia de los enjuagues bucales, publicado entre los blogs de la Academia americana de Periodoncia.
Mucha gente integra el enjuague bucal en su higiene oral condicionada por el concepto mercantilista de que estos enjuagues pueden eliminar bacterias y el mal aliento incluso mejor que el cepillado dental, según se desprende de algunos anuncios publicitarios.
Si bien es cierto, pueden eliminar bacterias responsables de la enfermedad de las encías, pero ¿aportan en realidad el gran beneficio que algunos reclamos comerciales les atribuyen? Incluso algunas personas llegan a creer que los colutorios podrían sustituir al cepillado tradicional.
Lo que conocemos como placa dental consiste en un biofilm pegajoso que se desarrolla de forma natural sobre la superficie de los dientes, pudiendo progresivamente mineralizarse formando depósitos de sarro. La placa dental está constituida por bacterias colonizadoras que tratan de adherirse entre sí mismas y sobre la superficie dentaria. Una vez constituido es difícil de eliminar.
Estas desagradables formaciones sobre los dientes e incluso la lengua son responsables del mal aliento y si en caso de progresar llegan a producir enfermedad de las encías y caries. Por tanto, los dentistas aconsejan cepillar los dientes y utilizar la seda dental regularmente, al menos dos veces diarias. Así mismo, cepillar o masajear la lengua puede mejorar significativamente la salud oral desde el momento en que se eliminan mecánicamente las bacterias.
Si bien se han publicado trabajos en los que se demuestra que enjuagar con colutorios antisépticos dos veces diarias disminuye la placa bacteriana y disminuye la gingivitis. Sin embargo, esta reducción es realmente limitada e incomparable con la eficacia probada de la eliminación mecánica con el cepillado y la seda dental.
El mensaje final que se desprende de este artículo es que los enjuagues bucales no son un sustituto de los métodos tradicionales mecánicos. Estos productos tienen un efecto muy limitado, que en ningún caso puede compararse al cepillado dental, el uso de la seda y el barrido del dorso de la lengua.
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